viernes, 13 de agosto de 2010

Cuando la perfección existe

Se para el aire y el sol cae. Elegante y silencioso. Como para no hacerse notar, pero volviendo a ser el protagonista de cada tarde en el mar. Siempre mira. De frente. No baja la guardia aunque se oculte. Solo hace falta detenerse un minuto para admirar tanta belleza; tanta pequeñez ante el espectáculo del atardecer.

Llega el ecuador de agosto. El cuerpo ha virado hacia las olas y pronto pondrá rumbo a otros cielos, seguro que hacia otros atardeceres donde aprender a observar que, lejos, muy lejos, la perfección también existe.

Mientras llega, sonará una canción en la mañana. Brillará con fuerza el sol y el azul del cielo nos hará más libres. Solo espero comprender ese nuevo lenguaje antes de sucumbir el empuje del tiempo y sus horas. A tanta imperfección.

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